La metalurgia y el misticismo estaban inexorablemente unidas en el mundo antiguo.
La alquimia, la medicina e incluso la magia eran aspectos de la religión en el Antiguo Egipto y, por tanto, del dominio de la clase sacerdotal.
Según la tradición egipcia, el faraón Keops fue el más antiguo alquimista y el autor del primer tratado de alquimia.
La alquimia egipcia es conocida principalmente a través de los escritos de antiguos filósofos griegos (helénicos), que a su vez han perdurado a menudo sólo en traducciones islámicas.
Prácticamente no se ha conservado ningún documento egipcio original sobre la alquimia.
Estos escritos, si existieron, probablemente se perdieron cuando el emperador Diocleciano ordenó la quema de libros alquímicos tras sofocar una revuelta en Alejandría, que había sido un centro de alquimia egipcia.
La leyenda cuenta que el fundador de la alquimia egipcia fue el dios Tot, llamado Hermes-Tot o Hermes Trimegisto (‘Tres veces grande’) por los griegos.
Según la leyenda, escribió los llamados cuarenta y dos Libros del Saber, abarcando todos los campos del conocimiento, alquimia incluida.
El símbolo de Hermes era el caduceo o vara con serpientes, que llegó a ser uno de los muchos símbolos principales de la alquimia.
La Tabla de Esmeralda o Hermética de Hermes Trimegisto, conocida sólo por traducciones griegas y árabes, es normalmente considerada la base de la filosofía y práctica alquímicas occidentales, llamada filosofía hermética por sus primeros seguidores.
El primer punto de la Tabla de Esmeralda cuenta el propósito de la ciencia hermética: «en verdad ciertamente y sin duda, todo lo que está abajo es como lo que está arriba, y todo lo que está arriba es como lo que está abajo, para realizar los milagros de una cosa.
Ésta es la creencia macrocosmos-microcosmos principal para la filosofía hermética.
En otras palabras, el cuerpo humano (el microcosmos) se ve afectado por el mundo exterior (el macrocosmos), que incluye los cielos a través de la astrología y la tierra a través de los elementos, aunque cuando uno logra el dominio sobre el mundo interior, comienza a ser capaz de controlar el mundo exterior de formas poco convencionales.
Se ha especulado con que un acertijo de la Tabla de Esmeralda («fue llevado en el vientre por el viento») alude a la destilación de oxígeno a partir de salitre, un proceso que era desconocido en Europa hasta su (re) descubrimiento por Sendivogius en el siglo XVII.
Alquimia en Grecia
La ciudad griega de Alejandría en Egipto era un centro de saber alquímico que retuvo su preeminencia durante la mayor parte de las eras griega y romana.
Los griegos se apropiaron de las creencias herméticas egipcias y las unieron con las filosofías pitagórica, jonista y gnóstica.
La filosofía pitagórica es, esencialmente, la creencia en que los números gobiernan el universo, surgida de las observaciones del sonido, las estrellas y formas geométricas como los triángulos o cualquiera de la que pueda derivarse una razón.
El pensamiento jonista se basaba en la creencia en que el universo podía ser explicado mediante la concentración en los fenómenos naturales; se cree que esta filosofía fue iniciada por Tales y su pupilo Anaximandro y posteriormente desarrollada por Platón y Aristóteles, cuyas obras llegaron a ser una parte integral de la alquimia.
Según esta creencia, el universo puede ser descrito por unas pocas leyes unificadas que pueden determinarse sólo mediante cuidadosas, minuciosas y arduas exploraciones filosóficas.
Un concepto muy importante introducido en esta época, concebido por Empédocles y desarrollado por Aristóteles, fué que todas las cosas del universo estaban formadas por sólo cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego.
Según Aristóteles, cada elemento tenía una esfera a la que pertenecía y a la que regresaría si se le dejaba intacto.
Los cuatro elementos de los griegos eran aspectos mayoritariamente cualitativos de la materia y no cuantitativos como lo son nuestros elementos modernos.
La auténtica alquimia nunca trató la tierra, el aire, el agua y el fuego como sustancias corpóreas o químicas en el sentido actual de la palabra.
Los cuatro elementos era simplemente las cualidades primarias y más generales por medio de las cuales la sustancia amorfa y puramente cuantitativa de todos los cuerpos se presentaba primero en una forma diferenciada.
Alquimistas posteriores desarrollaron extensivamente los aspectos místicos de este concepto.
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